lunes, 12 de octubre de 2009

Capitulo1

Samantha Dicman

Me despertó el fuerte ruido del motor de un coche. Me levanté y miré a mi alrededor. Estaba todo tan tranquilo como cuando llegué hacía dos días. El único inconveniente era el escozor que me subía por la garganta y que, para ser exactos, me molestaba muchísimo. Hacía una semana que no comía y eso tenía sus consecuencias, pues me volvía más feroz y con ello mi aspecto se volvía terriblemente escalofriante, o si más no, más "feo" de lo que ya debía estar. (Llevaba días sin darme un buen baño, y mis ropas no estaban en sus mejores condiciones al igual que Mi pelo...)

Odiaba ponerme de esa manera porque era capaz de matar a 10 personas en tan solo 2 minutos, cosa que no me entusiasmaba. No porque no me apeteciera beberme su increíblemente dulce y apetitosa sangre mortal, sino porque matar a tanta gente de sopetón, sería crear una catástrofe o algo parecido.

Me acomodé en el rincón de aquel largo y oscuro callejón de la pequeña ciudad de Nashville en cuando volví a oír aquel motor tan ruidoso que hacía menos de tres segundos había escuchado. Esta vez, pero, mucho más cerca. Me pegué más aún a la esquina en la que estaba y me abracé las piernas con ambos brazos.

Agudicé mis oídos y esperé unos segundos para ver si oía alguna cosa más. Todo lo contrario, los faros de un coche me iluminaron y la luz me llegó directamente a los ojos. Solté un suave chillido, pero fue tan bajo que ni un asqueroso perro podría haberlo oído. Me arrastré tan rápido como pude y me escondí detrás del contenedor que había a 2 metros de donde me encontraba.

La luz solar nos quemaba mucho la piel a los de nuestra especie, por suerte la luz artificial no perjudicaba tanto, aunque era doloroso exponer nuestras delicadas pupilas a cualquier tipo de radiación. El coche hizo un ruido bastante raro, uno el cual en mis 106 años de existencia nunca había oído. A continuación se oyó cómo se abría una puerta con un leve chirrido.

-Mierda- Dijo una voz de chico. Asomé la cabeza por encima del contenedor y lo vi levantando el capó de su flameante Turbo 911 de color rojo pasión. También la puerta del copiloto se abrió y salió otro chico, más alto y delgado que el primero. No es que pudiese distinguirles perfectamente los rasgos de su cara pues el humo nublaba mi perfecta visión y eso me ponía de mala leche. –Es cosa del motor, creo que tendré que llevar el coche del mecánico, ya no hay nada que se pueda hacer para arreglarlo.

-Vaya, tío… ¡Que fastidio!- Dijo el otro muchacho acercándose a la parte delantera del coche.- Bueno al menos hemos podido parar en el borde de la carretera, hubiera sido un caos si se nos llega a calar en medio del paso…- Soltó un bufido sonoro. Ahora mi garganta no me ardía, era aún peor: me dolía bestialmente.

Notaba mis colmillos clavándoseme en el labio inferior. “Es la hora” Me dije mentalmente y sonreí. Me miré de arriba abajo. El vestido blanco que llevaba puesto de había roto un poco más al arrastrarme por el suelo momentos antes. Estaba bastante arrugado, así que me lo alisé un poco con las manos para estar, aunque fuera un poco, presentable. Me levanté de un saltó y salí de detrás del contenedor. Los dos chicos estaban dándome la espalda y como no hacía ruido al pisar, no se percataron de mi presencia. Mis pies descalzos iban pisando piedrecillas y pequeños restos de vidrio o cosas que me hubiese gustado no saber de lo que se trataba, aún así no me hacía daño. Todo se complico en cuando una cucaracha asquerosamente deformada y de un color negro cenicero se me empezó a subir por mi pie. Entonces, sin querer, si un respingo y chillé. Los dos chicos se giraron en redondo. “Genial” pensé fastidiada “ya no podré utilizar el famoso factor sorpresa”

-Emm… hola- Dijo el chico, al parecer, el que conducía aquel hermoso vehículo. Era rubio y de ojos azules.

-Perdonadme si os he asustado- Intenté parecer amable para que no se atemorizaran más de lo que probablemente ya debían estar al ver mis terribles pintas. Afortunadamente para ellos no tendrían que vivir aquella experiencia mucho más, la extinción de su mortalidad estaba en juego y podía asegurar que no les quedaba demasiada. Di un paso hacía adelante y ellos, automáticamente, dieron uno hacia atrás.

-¿Qué quieres de nosotros?- Preguntó el copiloto. Este era moreno y sus ojos de un tono chocolate irresistible.

-Pues… en realidad no quiero nada- Puse cara de desconcierto.

-¿Estás perdida en un callejón con una única salida?- Incredulito el otro. Reí y ambos se asustaron. Digamos que mi risa en aquellos momentos no era nada bonita.

Se dieron la vuelta para irse pero yo no lo podía permitir, ya habíamos legado demasiado lejos. Tenía que alimentarme urgentemente y tampoco era el plan de que ambos muchacho fueran diciendo por allí que había una chica extrañamente exótica deambulando por los callejones de Nashville. Así que, sin pensármelo dos veces, corrí con todas mis fuerzas y en menos de un segundo estaba mordiendo al rubio. En cuando terminé fui corriendo hacia el moreno, que ya estaba abriendo la puerta del coche.

En cuando acabé de alimentarme de aquellos chicos dejé los cuerpos inertes al lado del coche. No podía continuar estando allí habiendo dos muertos, así que me fui de aquel callejón de una vez por todas y busque otro que fuera lo bastante oscuro como para que nadie pudiera verme. Aún no era medianoche. Notaba un pequeño vacío en la barriga y es que aunque acababa de beber todavía tenía un poco de… ¿como debía llamarlo? ¿Ansias de sangre humana?

Me adentré en otra vieja calle, a medida que iba adentrándome, mis oídos captaban los latidos de dos corazones asustadizos, que galopeaban al rimo de unos caballos desbocados. Su sangre llegaba con rapidez en aquellos órganos tan apetitosos y lentamente se asomó una pequeña sonrisa hambrienta en mi cara. Mis colmillos se abrieron paso y dejé ir un pequeño gruñido. Me ponía sádica en cuando me entraba el gusanillo indeciso de el hambre.

Vi un poco más allá de aquellos humanos a una chica más o menos de mi edad. La única diferencia con aquellos insensatos e igualdad conmigo era que a ella no le latía el corazón. Ambas éramos vampiresas apunto de merendarnos a unos simples cachorritos llenos se satisfactoria mortalidad.

Esto es todo por hoyy;)

Esperamos que les haya gustado:D

Xx.J

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